Encendes un cigarrillo y, sin prisa, tomas las ideas de tu mente y los sentimientos de tu corazón. Van cayendo sin pausa uno tras otro, como una cascada enorme de sensaciones, quizá irracionales. Miras al cigarrillo consumirse, y en su reflejo, ves tu vida. Llena de cenizas, vacía de aire, incendiada. Volves a mirar el cigarrillo y lo aplastas con fuerza contra el cenicero negro azabache. Te arrepentís. Tomas otro y lo encendes con tanta ira que quemas tu húmeda piel mientras miras fijo el papel hecho una laguna de sentimientos suicidas. Lo aspiras sin detenerte, una y otra vez, y te llenas la garganta de un sabor amargo, pero no más amargo que el que invade tu alma. Y así morís con el último cigarrillo, en un suspiro que se desploma entre cenizas y lágrimas.
Gente linda ♥
domingo, 7 de febrero de 2010
Me perdí, apenas te vi. Siempre me hiciste como quisiste...
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3 comentarios:
Muy bonita reflexión. Algunos se ahogan en sus propios sentimientos que se queman dentro por miedo a sacarlos fuera.
Besos.
completamente genial lo que escribiste
me dejaste sin palabras :)
un besito
Qé buenísima la foto!!
sos vos?
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