Gente linda ♥

domingo, 2 de agosto de 2009

— ¿Estás preparada, entonces? —me preguntó.

—Esto... —tragué saliva—. ¿Ya?

Sonrió e inclinó despacio la cabeza hasta rozar mi piel debajo de la mandíbula con sus fríos labios.

— ¿Ahora, ya? —susurró al tiempo que exhalaba su aliento frío sobre mi cuello. Me estremecí de forma involuntaria.

—Sí —contesté en un susurro para que no se me quebrara la voz.

Edward se iba a llevar un chasco si pensaba que me estaba tirando un farol. Ya había tomado mi decisión, estaba segura. No me importaba que mi cuerpo fuera tan rígido como una tabla, que mis manos se transformaran en puños y mi respiración se volviera irregular... Se rió de forma enigmática y se irguió con gesto de verdadera desaprobación.

—No te puedes haber creído de verdad que me iba a rendir tan fácilmente —dijo con un punto de amargura en su tono burlón.

—Una chica tiene derecho a soñar.

Enarcó las cejas.

— ¿Sueñas con convertirte en un monstruo?

—No exactamente —repliqué. Fruncí el ceño ante la palabra que había escogido. En verdad, era eso, un monstruo—. Más bien sueño con poder estar contigo para siempre.

Su expresión se alteró, más suave y triste a causa del sutil dolor que impregnaba mi voz.

—Bella —sus dedos recorrieron con ligereza el contorno de mis labios—. Yo voy a estar contigo..., ¿no basta con eso?

Edward puso las yemas de los dedos sobre mis labios, que esbozaron una sonrisa.

—Basta por ahora.

Torció el gesto ante mi tenacidad. Esta noche ninguno de los dos parecía darse por vencido. Espiró con tal fuerza que casi pareció un gruñido.

Le acaricié el rostro y le dije:

Mira, te quiero más que a nada en el mundo. ¿No te basta eso?

Sí, es suficiente contestó, sonriendo—. Suficiente para siempre.

Y se inclinó para presionar una vez más sus labios fríos contra mi garganta.

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